La fertilización es una práctica insustituible en la actividad agraria, consistente en reponer al suelo aquellos nutrientes que se van agotando por la propia extracción de los cultivos.
Los fertilizantes representan uno de los principales insumos de la producción agraria, por lo que el uso eficiente
constituye una importante fuente de ahorro y de reducción de los impactos medioambientales.
Así, una fertilización excesiva, no ajustada a las necesidades reales del cultivo, ya sea por cantidad, tipo de abono o época de aplicación, puede provocar problemas por lixiviación de nitratos, eutrofización de aguas y emisiones de gases de efecto invernadero, además de un gasto innecesario que no repercute en un incremento equivalente de la producción.
Del mismo modo, una fertilización insuficiente acarrea no sólo una reducción en el rendimiento del cultivo sino también una pérdida de la fertilidad del suelo.
NECESIDAD DE LOS FERTILIZANTES
Las últimas predicciones de FAO (Food and Agriculture Organization) indican que para el año 2050 la población mundial será de 9.100 millones de habitantes, frente a las 6.800 millones actuales. Esto representa un incremento del 34% para los próximos 40 años.
Si se analiza el consumo global de cereales previsto para el año 2050, en base a los datos del consumo per cápita que se indica en la figura 1.4, se estima que para una población de 9.100 millones de personas y un consumo per cápita de unos 340 kg por persona y año, el consumo total será de unos 3.094 millones de toneladas.
Por otra parte, el crecimiento de la superficie agrícola está limitado, ya que las selvas y bosques que aún quedan en el mundo son absolutamente necesarios para mantener el clima del planeta
FERTILIZACIÓN ORGÁNICA Y MINERAL
La fertilización racional debe conjugar la utilización de fertilizantes orgánicos y minerales, que se complementan.
Los orgánicos, aunque también aportan nutrientes actúan, sobre todo, mejorando las propiedades físico químicas de los suelos y su actividad biológica, y los minerales, en cambio, aportan la mayor parte de los nutrientes que la planta precisa.
Los abonos minerales permiten producir plantas sanas y vigorosas, que en parte después se incorporan al suelo, manteniendo e incluso elevando su contenido en humus.
Todos los recursos orgánicos que estén al alcance del agricultor (estiércol, purín, restos de cosecha, compost, etc.)
deben incorporarse al suelo en cantidades adecuadas, previendo su mineralización y la cantidad de nutrientes que pueden liberar en cada momento.
Estas aportaciones anuales serán tenidas en cuenta a la hora de practicar el abonado mineral
FERTILIZANTES: UN MEDIO FUNDAMENTAL DE PRODUCCIÓN
La fertilización, para conseguir su máxima eficiencia (producción económica con responsabilidad medioambiental), debe formar parte de un conjunto integrado de prácticas agrícolas orientadas, todas, hacia este objetivo.
Los fertilizantes son un factor más a considerar en la explotación, junto al suelo, variedad, rotación, agua, etc. Y del buen manejo de todos los factores, de su adaptación a las condiciones únicas de cada finca, y del buen hacer del agricultor, dependerá que se obtengan en la explotación agraria unos buenos resultados, tanto económicos como medioambientales